terça-feira, 18 de setembro de 2012

Entero

Me encanta el aire a la orilla del río
Me encantan los atardeceres sobre esta tierra
Y las tormentas,
las tormentas que a veces asustan,
                        que bañan las madrugadas enteras
las tormentas del deseo, de lo que pudo ser.

Luis Gabriel en la feira, mirando el sol ya cansado de un jueves
Respirando profundo y agradeciendo el resplandor
Luis Gabriel oyendo los millones de loritos,
Admirado de como aquí, al final del día, los pájaros vuelven a los nidos
Y tal vez escribió un cuento en aquel momento
O tal vez pensó en sus chicas sin nombre
O en el transmilenio
O abrió su sombrilla chimichagua.


Me encantan esas músicas fronterizas que odio
Los borrachos pobres
Las “mulheres de babado”
Sentado ahí
Oyendo acentos y lenguas
Las motos, las motos, las motos
Los tikunas, los israelitas
Y mi melancolía de pirata bañada en la peor cerveza.
Un cuadernito.


Me encanta La Barca
Putiadero peruano donde jamás veré a mis colegas
              a los migrantes decentes
              a las putas blancas
              a las quimeras sirenas, reinitxs marylin.
Rebosan el sudor y el dinero escaso
Trabajo duro, descanso
Cueros duros y oscuros, descansan
Poniéndose duro
Y una ventana
Putica barata por parecer india
Al fondo nueva ventana,
Abierta al rio, a la selva, al cielo más estrellado.


Y me encanta irme de allí, de aquí
De todo
También
Sumergirme en la piscina del hotel más caro al final del día
vivir allí algunas horas
silencio
nadar
respiro
floté
jugando
Reflejo del sol cadente en las ondulaciones
Reflejo de la noche en las ondulaciones
Azul plomizo
Brillos serpenteantes
Extensión de mis vellos en las ondulaciones
Agua clorificada, sin vida, sin mitos, sin afectos.
Sin acertijos, como este poema
Ondulaciones.


Me encanta cuando hay brisa
O hacerla en la bicicleta nocturna
Las músicas, las gentes por ahí
Los milicos millonarios que nada hacen,
que enamoran, juegan futbol y regañan a quien ousa entrar no Brasil sem capacete na moto…

Me encantan las putas colombianas, mis amigas,
que no perdonarán que les diga putas
aunque odie sus culpas y aflicciones…
Y la Carmelo tan Chavela Vargas
que decidió hacerme su hermano,
aunque cuando vuelvo a casa duermo
              ventana abierta, cielo y árboles
              desnudo
              agotado
              solo
…y no logre ser Sabina para transformar todo esto en una canción.

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