Me encanta el aire a la orilla del río
Me encantan los atardeceres sobre esta tierra
Y las tormentas,
las tormentas que a veces asustan,
que bañan las madrugadas enteras
las tormentas del deseo, de lo que pudo ser.
Luis Gabriel en la feira, mirando el sol ya cansado de un jueves
Respirando profundo y agradeciendo el resplandor
Luis Gabriel oyendo los millones de loritos,
Admirado de como aquí, al final del día, los pájaros vuelven a los nidos
Y tal vez escribió un cuento en aquel momento
O tal vez pensó en sus chicas sin nombre
O en el transmilenio
O abrió su sombrilla chimichagua.
Me encantan esas músicas fronterizas que odio
Los borrachos pobres
Las “mulheres de babado”
Sentado ahí
Oyendo acentos y lenguas
Las motos, las motos, las motos
Los tikunas, los israelitas
Y mi melancolía de pirata bañada en la peor cerveza.
Un cuadernito.
Me encanta La Barca
Putiadero peruano donde jamás veré a mis colegas
a los migrantes decentes
a las putas blancas
a las quimeras sirenas, reinitxs marylin.
Rebosan el sudor y el dinero escaso
Trabajo duro, descanso
Cueros duros y oscuros, descansan
Poniéndose duro
Y una ventana
Putica barata por parecer india
Al fondo nueva ventana,
Abierta al rio, a la selva, al cielo más estrellado.
Y me encanta irme de allí, de aquí
De todo
También
Sumergirme en la piscina del hotel más caro al final del día
vivir allí algunas horas
silencio
nadar
respiro
floté
jugando
Reflejo del sol cadente en las ondulaciones
Reflejo de la noche en las ondulaciones
Azul plomizo
Brillos serpenteantes
Extensión de mis vellos en las ondulaciones
Agua clorificada, sin vida, sin mitos, sin afectos.
Sin acertijos, como este poema
Ondulaciones.
Me encanta cuando hay brisa
O hacerla en la bicicleta nocturna
Las músicas, las gentes por ahí
Los milicos millonarios que nada hacen,
que enamoran, juegan futbol y regañan a quien ousa entrar no Brasil sem capacete na moto…
Me encantan las putas colombianas, mis amigas,
que no perdonarán que les diga putas
aunque odie sus culpas y aflicciones…
Y la Carmelo tan Chavela Vargas
que decidió hacerme su hermano,
aunque cuando vuelvo a casa duermo
ventana abierta, cielo y árboles
desnudo
agotado
solo
…y no logre ser Sabina para transformar todo esto en una canción.
terça-feira, 18 de setembro de 2012
domingo, 8 de julho de 2012
Secreto improbable.
Que la historia comenzó con una escena bastante especial.
Un hombre muere, lentamente, penosamente, por una espina de pescado que
atravesó los caminos y llegó al pulmón. La agonía duró varias horas, casi un
día, y desde el primer minuto, cuando sintió la espina herirle la garganta y
vio el brillo cínico en el ojo frito del pez, supo que moriría. No había como
evitarlo ni cómo hacerlo más fácil. La razón no era la muerte, sino el dolor.
Que el pez fue cazado en sus propias tierras, a pocos
kilómetros de aquí, en la única ciénaga que dejaron viva. Apenas para que los
hijos jugaran a los pescadores y alguna sirviente cogiera un pesca’o pal
desayuno. Que se hubiera tratado de un pez cualquiera si no fuera bocachica. Y
que él mismo, el Patrón, dio la orden de limpiarlo, quitarle las escamas y
sajarlo bien.
La niña que
brilló en el ojo frito del pescao sudao había jurado vengarse. Pero era niña.
Pero era pobre. Esa historia ya la leímos. Que sobre ella y su familia se vino
abajo la tragedia de los hombres del fuego, de la cocaína y del ganado. Mala
suerte, amor, naciste en el exacto lugar donde alguien quería sentar una
carretera, un cultivo de palma, una hidroeléctrica o el paraíso dominical para
que sus muchachos aterrizaran los Blackhawks. Que eso dicen del azar, amor.
Pero la niña no era tan bruta como se pensaba. O no tan buenacita la pobrecita.
Que nunca se
sabe de lo que el dolor es capaz. Las vueltas que da la vida. Que la venganza
se cocina en bajito aunque el pescao se frite en fuego máximo. Rapidito: la
venganza es lenta. La niña supo que también moriría. Desterrada, le dejaron un
virus como regalo. Y sin importarle lo que fuera que Dios dijera, ella se
empecinó en su venganza. Dios, o sabría entender o la volvería a violar, a descuartizar.
Que nada a perder no que nada, que.
Fueron seis,
siete años después. Había conocido a un hombre cuyos efluvios de grandeza le
parecían coincidentes con los que ella imaginaba que debía tener alguien para
masacrar tanta gente. Que se trataba de un viejo político no tan viejo que
vivía ahora, retirado, en la hacienda. La hacienda que más creció en la región.
Que tenía miles de cabezas de ganado y que centenas de hectáreas de palma
constaban en los libros de contabilidad. Algunas carreteras, cultivo de
caimanes, jabalís, búfalos e hipopótamos, y un megaproyecto binacional de
energía limpia y necesaria para el progreso. Y que además, una vasta zona
montañosa dedicada al cultivo de coca y al entrenamiento de ejércitos
exterminadores. Entonces se ofreció como empleada y cocinera. Tenía 12 años.
Y si pudiera el
lector de estas letras muertas haber visto el brillo en el ojo salado del
pescao, entendería lo que aquí se cuenta. El brillo contó la historia en un
segundo y en las interminables horas que duró la agonía del hombre. No había
nadie en casa, más que una vieja cocinera, negra palenquera y talvez bruja, que
había llegado llorando la muerte de la empleadita unos meses atrás. Nadie. La
niña murió unos meses atrás. Tan jovencita, tan triste, tan enfermita, tan
indefensa; se fue yendo con el río y nunca más apareció. Nadie. Que la negra se
limitó a observar cada minuto de la agonía del patrón, de cuclillas, bajo una
estatua de San Judas. Él patrón la miraba pidiendo auxílio. Ella era tan poca
cosa y ¡tan poca cosa nada podría hacer! El brillo del pez muerto comenzó
contándole al hombre el fuego sobre los tejados, las vísceras al aire, los
sexos erectos de sus mensajeros que nunca acababan de eyacular. El brillo le
quemó el oído al hombre, mientras la espina bajaba despacito y rasgaba el
esófago. Espina afilada durante tantos años. El hombre sentía el sabor de la
sangre, pero sospechaba que no era la suya. Y sospechaba bien.
Que la espina
sangraba. Eso nadie lo podría contar porque nadie nunca lo pudo ver. Pero el
hombre sintió y la negra supo. Sangraba la espina. Sangres negras, rojas,
verdes de tan rabiosas.
Cuando la niña
tuvo certeza de que él era la persona a la que buscaba, se concentró en el
procedimiento detallado de su venganza. Que comenzaba con su propia muerte.
Había leído “El Secreto”, el Patrón se lo había regalado de navidad para que se
superara, para que creciera, para que alcanzara sus metas. Que lo tomara a él
como ejemplo, muchachito escalzurria’o que había nacido. “El Secreto”, quién lo
creyera. Lo leyó, entendió y le creyó. La suprema felicidad se habría ante sus
ojos de niña recién menstruada. El río la esperaba, una vez más, siempre el río
que…
Una vez confirmó
que estaba muerta se hizo pez, como es obvio a estas alturas de la historia y
recorrió ciénagas y ríos juntando amarguras, rencores y odios. Vio mucho dolor
dejado atrás. Vio a sus padres y hermanos pudriéndose bajo el agua entre restos
de mierda humana, de refinerías y de barcos cargados de votos. Subió montañas
como los salmones y aguantando la respiración intentó ver desde lo alto de los
páramos las inmensidades florecientes de las haciendas nuevas y el trepidar
luminoso de las periferias de las ciudades. Una cometa le llamó la atención.
Una cometa chiquitita en lo alto de la cordillera que jugaba con un niño en la
tierra. Visitó lodazales donde cerdos navideños se divertían y aprovechaban las
viandas y los buenos tratos a sabiendas que la cuchillada inevitable estaba
cerca.
Luego la
niña-pez intentó llegar al caño por el que su papá sacaba los peces de la
ciénaga para venderlos en el pueblo. Pero caño, ciénaga y pueblo estaban
cubiertos de palmas adolescentes, minas de oro verde. Que la escuelita del
pueblo se transformó en bodega y el puesto de salud en dormitorio para vigilantes
y trabajadores. Que la niña no vio nada de eso, porque no pudo llegar hasta
allá pues agua ya no había, sino que fue recolectando informaciones que
gavilanes, culebras y vientos contradictorios le traían. No había nada. Tan
sólo su dolor y entonces saltó directamente del agua a las manos de la vieja
bruja y supo que el aceite caliente apenas le detendría un corazón hace tiempos
marchito. Nada más que el corazón.
El resto es ver
al hombre morir. Verlo sufrir y regocijarnos de placer. Es verle el intento por
decir alguna cosa pero apenas extender con dificultad su cuerpo sobre la mesa,
gemir como un animal herido, saber que perdía para siempre su voz terrible, su
voz de Dios. Y ver a la negra palenquera blanquear el ojo, escupir tabaco,
doblar su espina dorsal como la más anciana de las esclavas y rezar algún
rosario con las vísceras del pescado aún sangrantes y tibias. Verla recibir de
algún más allá una voz de horroroso dulzor que durante las próximas cuatro
horas le susurraría al hombre cosas que sólo él entendería. Fonemas que lo
hacían retorcer de amargura, que le intensificaban el dolor hasta el punto de
comenzar a golpearse la cabeza, la garganta y el estómago para ver si de una
vez por todas moría. Que a los ojos del hombre los cubrió una nube absoluta,
negra, de tormenta sobre el rio, o la más duradera de las miserias. Que de su
piel brotaba bilis hedionda.
La negra bañaba
el cuerpo convulcionado con la grasa amarillenta del pez –que la muerte es
líquido que no penetre- y que entre el ombligo y el pubis hizo un corte pequeño
y profundo, que no sangró, y que cerró con tres espinas después de embutir las
vísceras rezadas. Sus sonidos ininteligibles, paladares, percutivas, de
círculos concentricos y bés abultadas. Y el santo sonreía en su estatua de
porcelana española de milquinientos.
Que el hombre
luchó las últimas horas sobre sus propias heces, llorando linfa, sudando bilis,
comiendo sangre, hasta que de tanto herirse con cuchillos e cementos, la muerte
pequeña fue obligada a asistir. La negra que cayó en algún rincón y durmió
exhausta. Es tan bello el atardecer en estas tierras. Que las cigarras, las
garzas, los sapos, los micos… El olor de los naranjales que llegará hasta el
mar.
El hombre murió,
la niña murió, la negra fue golpeada y quemada viva por los guardianes del
Señor y toda la belleza acabó como siempre acaba. Hubo tragedia nacional. No.
Que hay un flujo que no vemos, un rocío bajo el suelo. Que ya casi es navidad y
que en las mesas abundantes de las gentes bendecidas, aún de luto por la muerte
del inspirador, estarán servidos en abundancia cerdos, patos, conejos, peces,
ranas, codornices y pavos que escucharon atentos el secreto que aquel pez tenía
para contarles.
segunda-feira, 11 de junho de 2012
Valeu, porra
Ao
Gui.
Essa palavra
de cidade extraordinária e lixão nas pilastras
De nuvens
de sol e reflexos de mar no monólito milenar
Cidade de
pernas douradas, fortes e abertas
Cidade
voluptuosa e labial
Essa cidade
que tem mais mortos que peixinhos a nadar no mar
E mais vida
da que estrangeiro algum poderá suportar
Cidade de
mijo com pipoca adoçando o ar
Cidade de
brisas salgadas e suor de machão fardado
De ti
vou-me embora com a mesma mala preta
Algumas
dívidas contigo deixo, agradecimentos
Como nas
piores horas no teu mar as angústias...
Deixo as
lembranças do amor setentrional
As brigas
virulentas e tanto gemido molhando as janelas
...os
projetos que ficaram pendurados no sanguíneo amanhecer do Corcovado
Deixo o
sonho de querer-te, cidade marrentilhosa
Eu que te
conheci apenas nos brilhos do cabelo
Que tão mui
te gozei e tão nada te dei, como bom gringo
Vou-me
embora pra putárgada que nos re-mil parió
Mais velho
e com tua areia entre os cílios
Sem
coqueiros nem sabiás, sem exilio nem bossa nova.
Deixo em ti
um bixo virando gente e um irmão virando índio,
alguns
amores, alguns amigos:
...la Silvia con su Gracielita,
uma vila gloriosa e uma vizinha também
um colorado doente e a barriguda da sua
rubro-negra
um gentleman gaúcho perdido no mato
uma alemã cria daspu-tas
uma velha queer e sua Mama Monster
a Laura de Piracicaba, a Drealer,
a mineira sardentinha que me trocou por um
chocolate azteca
um sobrinho na Barra-de-Miami
a GabiGigante e seu castelo de topo do morro
um caixinha com meus tesouros...
E peço-te
desde o fervilhar da minha úlcera gástrica
Que não os destruas
infame
nem bueiros nem prédios implotentes
nem enchentes nem chacinas de
pacificação
nem rata-sanas nem lacraias
Vou-me
embora feliz e agradecido pela nossa caralha história
Satisfeito
pela minha teimosia hedónica do 21
Pelo
bem-me-quer do teu ar úmido e teus 0-800 sobre a rocha
Sei que não
chorarás por mim, bastarda
Nem pareço
Evita nem queres Buenos Aires
E há tempos
que esqueceste de chorar...
teus olhos zoam
suam
zumbam
E depois,
logo logo
estarei aqui pedindo arrego
buscando
alívio no poder da onda
nas roupinhas levianas
na cantoria do Flamengo
nas peles orvalhadas que gostam de
beijar.
segunda-feira, 4 de junho de 2012
pensando en todo, incluso en ti. Allá.
Nacesitamos de mucha más poesía
los mundos
siempre
todos
cambiarlos
No necesitamos de más poetas
not at all necesitamos poetas
versos o rimas mucho menos
muchas, menos!
o poetas con espejo de poetas y palabras de poetas
Necesitamos de toda más poesía en este mundo maldito
de mucha ensoñación vagabunda
del tiempo perdido frente a tres palabras y una servilleta
la duda, la celebración
de la masturbación sin madrugar, necesitamos
del travestido y las quimeras que somos
sin juez
sin editora en tacón
no tanto del conteo silábico
los muchos
Y sin embargo necesitamos del conteo silábico para parar al mundo
o el rumbo o golpearlo, lanzarle
la delicadeza del conteo silábico del pescador río arriba
la repetición incesante
conteo silábico
conteo silábico
la hamaca
los mundos
hasta encontrar la forma
o el pez que transmuta en energía y no en dinero
conteo silábico
conteo silábico
nos impide consumir
deshace organismo industrial
no hay línea de producción que soporte la respiración de un endecasílabo
el soneto taconeo soberano de diez putitos sin sombrero, máquina de guerra
Necesitamos poesía muda más para rasgar al mucho
entrañas beberle, contrahechizarlo
ningún poema ninguno, necesitamos
mucho menos libro
menos mucho mundo
oraciones de conservación o mantras yóicos
o expresidentes poetas
o versadores asalariados
o escribientes que prefieran sí
o amores que prefieren no
ni Rio +20, mucho. Nada.
Necesitamos palabras que nos sonrojen
que te enamores sin cautela
bomba
mentirosas de hermoso tejido
Penélope, Cartomante, Cristina
Sermos Ulisses
ou cair de bruços nas tarde de lã qual gatita de primavera
ou cair de bruços nas tarde de lã qual gatita de primavera
ou voraz destruidor alado
dragón
hombres bellos que quieran estar
y corten las cabezas de los taridores
y corten las cabezas de los taridores
Necesitamos aprender en demora y fibrosía a sentir en las puntas de los dedos el humedecerse del deseo
Cambiar el mundo, temita difícil.
Yo no puedo vivir sin pasión.
segunda-feira, 16 de abril de 2012
arcoíris subcutáneo: cuadro infeccioso
A donde llegaste se inundan por encima y por debajo las calles del puerto
De donde te fuiste el sol se derrama como una goma entre las ramas trenzadas
El caballear de tus gemidos se quedó pegado a la corteza-espuma del árbol morado
El palpitar de los cabellos solsticios me saltó entre las barbas cuando bebía del rio- negro
Soy un camello lamiendo en mesas de sequía la baba que de tanto revolotear dejaste en cada rincón del costillar
Y todo es así:
una vaporosa bahía al sur del espectáculo
espejos aterciopelados en la lengua de la cara-de-cabrita
jardín florecido es azul de blancos gozos y lo mucho que bañarás tus patas traseras
darqui tan suavecita
una lluvia gruesa me recuerda la sonrisa perdida tras las noches de caza
monumentales parajes que se hicieron por la primera vez para vivir en nuestros párpados
Ese fruto mamífero con exoesqueleto, como un coco alado que de mis leches se alimenta y llora única lágrima /plagada de sudor
Esa luna llena en tu piel, rojita y encorazonada, me guarda entre constelaciones y sueños de noche larga.
No sé si aleteas como un pez o como una gaviota nadas entre el aire frío sobre la montaña
Y sin embargo es verte trepar los años lo que quiero, recibir de tu pico, de tu rabo, los moluscos escarchados /que crecen.
A donde llegaste estaba el caimán afligido bajo el eterno tiroteo de sus angustias
De donde te fuiste la carne maltrecha trajiste, las heridas, los cansancios, el temor que nunca fue el de /descolgarte de la más alta de las montañas.
Pájaro eres. Jinete.
Lo que hicimos es esta vibración xinguana
Lo que tenemos es nasalidad de onda corta. Las respiraciones bajo la cascada.
Cosas que saben ser.
De donde te fuiste el sol se derrama como una goma entre las ramas trenzadas
El caballear de tus gemidos se quedó pegado a la corteza-espuma del árbol morado
El palpitar de los cabellos solsticios me saltó entre las barbas cuando bebía del rio- negro
Soy un camello lamiendo en mesas de sequía la baba que de tanto revolotear dejaste en cada rincón del costillar
Y todo es así:
una vaporosa bahía al sur del espectáculo
espejos aterciopelados en la lengua de la cara-de-cabrita
jardín florecido es azul de blancos gozos y lo mucho que bañarás tus patas traseras
darqui tan suavecita
una lluvia gruesa me recuerda la sonrisa perdida tras las noches de caza
monumentales parajes que se hicieron por la primera vez para vivir en nuestros párpados
Ese fruto mamífero con exoesqueleto, como un coco alado que de mis leches se alimenta y llora única lágrima /plagada de sudor
Esa luna llena en tu piel, rojita y encorazonada, me guarda entre constelaciones y sueños de noche larga.
No sé si aleteas como un pez o como una gaviota nadas entre el aire frío sobre la montaña
Y sin embargo es verte trepar los años lo que quiero, recibir de tu pico, de tu rabo, los moluscos escarchados /que crecen.
A donde llegaste estaba el caimán afligido bajo el eterno tiroteo de sus angustias
De donde te fuiste la carne maltrecha trajiste, las heridas, los cansancios, el temor que nunca fue el de /descolgarte de la más alta de las montañas.
Pájaro eres. Jinete.
Lo que hicimos es esta vibración xinguana
Lo que tenemos es nasalidad de onda corta. Las respiraciones bajo la cascada.
Cosas que saben ser.
sábado, 17 de março de 2012
Croar
"...el león es intrépido y la rana
vulnerable
pero ésta es mucho mejor para encontrar el
camino al agua..."
Iswegh Attay. Tinariwen
Todo entonces se estrella de una complejidad abismal
Y abisal
Y sin aviso
Usted está postrado en una cama, con dolor, sin poderse
mover.
Su sexo no reacciona
Sus sueños los angustian
El sueño lo vence
Lo hombros arden
No hay más energía
No hay más creación
No hay pasión alguna
No hay sueños
No hay paciencia (nunca hubo)
No hay orgullo
Apenas un terrible espejo universal
Un espejo como un Aleph
Que de repente se abre frente a usted
Toda su vida desde todos los ángulos al mismo tiempo
Y todo
o casi
Don Carlos,
es una mierda.
La sinapsis neuronal es apenas un buen recuerdo de tiempos
gloriosos
¿Suicidio?
Ni siquiera piensa en el suicidio:
la infinita pereza de lidiar
postmortem con el sistema de culpas de su madre se mezcla con el tedio al
patetismo de semejante despedida, con el temor de descubrir alguna vida eterna
y algún dios bajo el rio, con el “pero para qué? Si ya estoy muerto”.
Ya estoy muerto
Pero resta un deseo
uno
capaz de gestar el mundo:
capaz de gestar el mundo:
Mandarlo todo a la mierda.
Todo, que se vayan poderosas y hermosos a la grandísima
mierda de sus confines:
constelaciones de personas creativas y bellas,
hermandades de intelectos que todo lo saben
cofradías de arrogancias individualistas y autónomas
juventudes agremiadas en forma de sol
grupúsculos de madureces ensordecidas de tanto triunfo y
experiencia
bombas de jabón con biblias divinas o ateas
todo eso que usted ya fue
que quiso ser
todo lo que se espera de usted
todo lo que aún alguien desea.
Todo, que se vaya para el último confín de la galaxia del
basurero de sus certezas y
que lo dejen en la precaria paz de su tristeza.
Usted es un perrito necesitado de afecto.
Sólo eso.
La gran persona que fue,
La estrella
fugaz,
La
arrogancia de fuego y seducción de los años mozos
La
potencial inteligenzza
La bomba de
energía inagotable
El cuerpo
indestructible
El justo
justiciero y tierno descuartizador
La
irresistible musa
Todo acabó
Es tan sólo una barriga rosadita esperando al sol
y un rabo siempre apunto de abanicarse…
A usted lo queman vivo
Lo acuchillan en el cuello y en el costado
La cirujana lo abandona porque su papá la necesita
le dan choques eléctricos
pero usted es fuerte, Don Carlos
y no permite que nada de esto sea llamado de fracaso.
Al final, no.
Usted no está muerto,
usted no muere, Carlos
Aún desea.
Aún desea.
Usted ve como los demonios se le intentan meter en los
sueños
Usted sabe como al anochecer los ejércitos cruzados entran
por las ventanas
Usted lee claramente los dispositivos de su automutilación
Ve el camino entre la piedra
Usted caza al animal que de mañana le mastica la espalda
Usted suspende el sueño, orina y en el espejo ahorca al
asesino
Usted conoce la matriz y entiende los procedimientos del
sabotaje
Es que, Don Carlos, el rosadito de su barriguita es de la
misma sangre endemoniada que le enrojeció los labios y la verga.
Pero el mundo es otro ahora.
Y la ausencia de combustible le mostró el dolor causado
La estupidez vacía de sus desesperos
El sadismo de su poder
La miseria bajo el tapete blanco de la casa materna.
El mundo es otro ahora.
Usted está en cama
Enfermo, cósmicamente cansado
Frágil
Como siempre, tenso
Y con la visión más despejada.
No sabe cómo mantenerse en pie
No sabe qué es el amor
Ni para dónde van sus pasos
Deberá aprender a sentarse
mudar el pie de apoyo
Renovar la postura del cuello
Cambiar la alimentación
Los ritmos
de trabajo
La certeza
de sus potencias
Las horas
de sueño
Las noches
de rumba
Las
pasiones
No, no es más un hombre poderoso
Y eso lo pone contento,
Pero duele. No sabe cómo ser.
Y entonces entiende que usted es, por ahora, esa barriguita echada
en el pasto frente a la casa
Y no sabe cómo es eso
Y no le gusta del todo
Pero entiende que es así,
y que daño, no le causará a nadie
Y eso lo pone feliz.
Y se toma sus tantos remedios
Y chapucea su lengua en el plato con agua
Y quisiera que esa luciernaguita que le canta al oído fuera sistema solar,
pero ella piensa que es sistema solar.
quinta-feira, 16 de fevereiro de 2012
Prefiere
Prefiere hacer una
burbuja y verla flotar hasta quebrar el límite de los mundos, verla asomar su
fragilísima trompa de arco-iris, y a través de ella, reluctante en la
superficie, en el segundo antes de que se entregue por completo a su otra,
aérea naturaleza, ver el sobrevuelo de los gavilanes. Son los últimos rayos del
sol. Prefiere sentir las dos mil bocas que durante horas roban de su piel
gruesa insectos, plancton, cadáveres, restos de día, y que dejan, a cambio, el
indecente placer de la sutilidad. Prefiere ver las formas arredondeadas de su
gigantesco cuerpo balanceado por la corriente que viene de las montañas
orientales, saber que sus yuntas, vértebras e inquietudes se entregan al agua,
se ajustan, se transforman en algas o en versos plásticos. Y después, en algún
después de todo esto que nadie sabe cuando, o si fue por acordarse de que era
mamífero o porque algo allá afuera le pareció más bello… después salir y
respirar en la superficie y al final, al final de todo, prefiere hacer el amor
durante horas, aunque no lo llame así ni sepa de horas, en la apenas vibrátil
excitación de su vejez.
Prefiere no
hablar. Olvidar el corazón histérico que le tocó al nascer, suricato
hiperquinético, tan lleno de vida, pisando los mundos en su velocísima carrera,
sin conseguir ver el tronco con el que se estrella, mas apenas rebotar y seguir
corriendo. Prefiere hacer de cuenta que ese tal corazón que ahora, antes de
dormir, comienza a latir, no es el suyo, que podría haber sido un implante
fraudulento, un engaño de la genética, y no el residuo irreductible de la
transformación. Se agita, sus orejas tiemblan y ya que el cuerpo anciano no
puede, tras el velo de sus ojos el mundo gira como maquinita centrifugadora, se
despedaza, se descompone, se desgarra atroz, mientras todos duermen. Prefiere
sonreír, colocar el corazón en una cuna de agua pasando para que se agite según
su voluntad. Y puedan descansar.
segunda-feira, 2 de janeiro de 2012
Hastaquí
Lo que veo hasta aquí es el mundo
Tan duro, tan extraño
El de siempre
Tan con sus indigestiones
Con sus miserias
Con su talento para infligir suplicios
Con sus dulzuras que gozo y no entiendo
Mundo tan doloroso
Y desde aquí no se ve la mutación
Ni tsunami
Ni socialismo
Ni anarquía gozosa
Ni meteoro
Ni gran guerra
O amor revolucionario
O arte-bomba o friendly capitalism
Ni nada.
Sólo el mundo, con sus viñas del Señor
Y nuestra incansable terquedad.
Veo más prisiones
pero más fugas, también.
Y aquí estoy
Con los brazos más fuertes
Con mi tensión
Con el placer en la piel
Cansado, agotado, casi muerto
Decepcionado
Medicado
Enamorado
Y sorprendido, insisto
por las delicias que llueven un domingo cualquiera
Occupy-pi
Occupy pleasure
Ya todas las bombas explotaron
Ya conozco todas las noticias
Todos los argumentos
Y no les creo
Ya no soporto ningún dogma
Ni imposición ninguna
Sólo admiro la persistencia de la belleza,
de los piratas somalíes del mundo entero,
de las putas altaneras.
Nos salva el placer y la pasión por la libertad.
Hasta aquí me trajeron las palabras
El odio
La prisa
El miedo
El amor
La vanidad
La escarcha en los ojos
Y la escarlatina.
Me perdí,
pero mi piel es sensible y tengo una bicicleta.
Assinar:
Postagens (Atom)