Y en las tardes apenas-violeta dejo que mi cabeza se hunda entre la yerba fresca de algún parque bogotano.
Y penetre el viento frío a lavar el cerebro de sentidos y razones
Y salga un arrullo vegetal dentre mis labios de infierno
Y tome el sol como suya la alegría deste cuerpo maltrecho
Habrá siempre canciones para los buenos tiempos, que si bien ilusiones no dejan lo buenos
También besos lactantes
Habrá donde mires espíritus fuertes, guerreros, que no agachan el corazón ante las inmundicias del mundo
Y penes sin armadura
Habrá dados travestidos de machete y cóndor que no dejan de observarte para definir el momento exacto
Vulvas gozosas, aún
Y siempre, a medio día, te encontrarás el cadáver despellejado de cualquier vecino y siempre,
siempre, siempre habrá un andén para rezarlo y una chocolatina Jet.
Y dos culos sonrientes.
(esta brisa helada que nos acerca al cielo
en sus amores intensos con la piel erizada
y el sol… el sol… el sol
con sus candidez andina,
con su manía
de mentir)
Y en las tardes apenas-violeta dejo que mi cabeza se hunda entre la yerba fresca de algún sueño bogotano.
Y penetre la esperanza a lavar el cerebro de sentidos y razones
Y salga un arrullo vegetal dentre mis rabias
Y tome el mundo como suya la alegría deste cuerpo maltrecho
Y si la angustia amenaza tornado mis párpados maquillados se cierran para la arena no ahogar la lucidez.
Y como un cangrejo contra las rocas cuando la mar revienta
Y me hago pararrayos sin dejar de ser flor
Y fluye la delicada sonrisa de las palomas que se hacen las muertas
Habrá siempre canciones para los buenos tiempos, que si bien ilusiones no dejan lo buenos
Y corazones sin adjetivos dispuestos a cantarlas.
Bogotá, 2005 (Rio de Janeiro, 2010).